Poncho y Emiliano, hermanitos del alma
Los hermanos Zuleta, sacaron un rato para sentarse a darle rienda suelta a los recuerdos y sentirse dichosos de lo realizado a favor de la auténtica música vallenata.
Una mañana cualquiera, dos hermanitos del alma se dieron a la tarea con toda la calma del caso de recoger los recuerdos regados en un largo kilometraje donde los cantos vallenatos marcaban la ruta hasta llegar a un punto fijo: Valledupar.
Después de armar el rompecabezas del folclor, tarea no tan fácil, entregaron una serie de detalles cuya conclusión es que gracias a Poncho y Emiliano ‘La Capital Mundial del Vallenato’, se llena de fiesta, asunto que es de gran envergadura porque principalmente acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores, compositores y cantantes, tendrán la marca Zuleta, esa que les regala la máxima alegría musical.
Es que por estos días la vida de Poncho y Emiliano Zuleta ha cambiado a raíz del homenaje que se les rinde en el 49º Festival de la Leyenda Vallenata y que los tiene consentidos por todos.
En extensa charla Poncho toma la delantera y expresa. “Me siento como nunca. Estoy muy bien, muy estimulado con ese homenaje que es un orgullo no solamente para la familia Zuleta sino para la música vallenata en general. Sabemos que es algo especial, excepcional porque, modestia aparte la gente sabe lo que ha sido mi familia musicalmente, mis ancestros, de donde venimos. Todos saben que hemos hecho un trabajo hermoso y estaremos hasta el final dándole cosas grandes al folclor”.
Cuando termina y como si estuviera en la piqueria le dice a su hermano: “Pica, gallo bueno”…. Emiliano solamente sonríe y Poncho le recalca. “No vayas a decir que yo lo dije todo”.
La carcajada se hace más extensa y manifiesta: “Poncho es muy explicativo, pero la verdad es que estamos muy contentos con la aceptación que hemos tenido. Al comienzo no quise aceptar, pero con el paso de los días me convencí que uno no le puede dar la espalda a la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata y a un pueblo agradecido”.
Le suena el celular. Mira el número y dice que más adelante devuelve la llamada y continúa. “Cada día que pasa sentimos el cariño de la gente y eso no tiene valor. Es el cariño de un pueblo que ha vivido al lado de nuestras canciones”.
Poncho lo interrumpe para anotar. “Desde un comienzo le metimos el pecho firme a la promoción, y los resultados se están viendo. Valledupar se quedará pequeña. Dios me ha dado un arte que me ha permitido acercarme con la gente a la que quiero mucho”.
Seguidamente Emiliano trae a su recuerdo palabras que tienen la verdad impresa. “Cuando comenzamos no se sabía que podía suceder y el vallenato se fue creciendo hasta llegar a lugares impensables. Y pensar que nuestros juglares, caso mi papá, llevaban el mensaje musical a todas partes sin pretender mayores cosas, sino alegrar a los amigos y ser felices en esas parrandas extraordinarias”.
La nostalgia los atrapaba a los dos y se transportaron a la Villanueva de su niñez donde comenzaron a darle rienda suelta al talento que aprendieron sin darse cuenta.
Entonces expresa Poncho. “Nuestra dinastía se ha destacado y lo que viene será mejor. Ahora recuerdo que a mi papá tres años antes de morir le hicieron un gran homenaje y quedó como un Papá Noel, lleno de condecoraciones. Sabemos que eso va ocurrir con nosotros para cerrar con broche de oro la dinastía musical que hemos sabido representar con lujo de detalles. Tenemos música para rato, y le confieso que mi garganta por fortuna está como un Bitoví, y el acordeón de mi hermano que ahora tiene su propio nombre está fina y dando la nota perfecta”.
Sus palabras iban y venían cargadas de recuerdos y al preguntarles sobre la canción que más les solicitaban en las presentaciones no se pusieron de acuerdo porque son muchas. “Son más de 500 que hemos grabado juntos”, indicó Poncho.
Al final y sin deliberar mucho indican que la más pegada en el gusto popular es ‘Mi hermano y yo”.
Hace tiempo que en mi mente existía
un viejo compromiso de componer un son
se trataba de hacé una melodía
con unos cuantos versos, con todo el corazón,
pero el tiempo no es corto todavía
y ya llegó el momento para poder cantar
con una nota linda
con una voz sentida
y ganas de llorar.
Después de Poncho Zuleta entonar la primera estrofa Emiliano pide la palabra para evocar esa inspiración sublime.
“Hace aproximadamente 36 años que le canté a esos momentos que he vivido con mi hermano Poncho. Conté la verdad de principio a fin y desde que se grabó la canción se quedó para siempre en el sentir popular”.
La verdad es que está y muchas canciones cuya lista es larga de enumerar se han metido en el corazón de los amantes del verdadero vallenato porque ellos se han comido las verdes y las maduras, han sufrido y vivido feliz y se han mantenido en invierno y verano.
Se quedan musitando frases gloriosas de esas que tienen la esencia de lo aprendido, las alegrías impresas en papel de oro y el sentimiento corriendo con la fuerza de un rio crecido, ese que hace posible que las gotas de amor manden señales de más vida.
Al final fluyen esos mensajes auténticos que tienen impreso el ingenio, la jocosidad y el gusto por lo auténtico.
"Y nos acabamos cuando a mi me corten la lengua y a mi hermano le corten los dedos".
Abrazo vallenato…
Cuando las palabras se escondieron después de darle un repaso a la larga vida musical de los dos hermanitos del alma, esos que más se quieren así se ausenten por cortos y largos periodos se dieron un abrazo. Ese abrazo que encerraba a su familia, a sus amigos y a todos aquellos que alguna vez han escuchado a Poncho cantar y a Emiliano tocar su acordeón.
El abrazo fue largo y adornado con algunas lágrimas que ambos borraron con el pañuelo del periodista, y Poncho sorprendió al decir: “Hermanito, prepárese porque ahora es cuando vendrán cientos de abrazos porque Valledupar estará adornada con nuestros nombres y se dirán bellas palabras de la dinastía Zuleta”.
Emiliano no se quedó atrás y dijo que la mejor despedida de la cálida entrevista sacada del baúl de los recuerdos era con un verso de la canción de su autoría: ‘Mi acordeón’.
El acordeón tiene una sonrisa
y una elegancia muy especial
es como una muchacha bonita
de esas que tiene Valledupar.
Juan Rincón
Festival de la Leyenda Vallenata